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AGUA DULCE
Cuando decimos "agua dulce", no nos referimos a una agua que se haya deslizado por una montaña de azúcar, ni a una que tenga un carácter amable y considerado. ¡No! En términos científicos, el agua dulce es aquella que tiene una baja concentración de sales disueltas, lo que la hace ideal para beber y, por supuesto, esencial para la vida tal como la conocemos.
Para ponerlo en perspectiva, imagina un litro de agua. En el agua dulce, hay menos de 1 gramo de sales disueltas en ese litro. ¡Eso es menos que una pequeña pizca de sal en toda una botella de agua! La mayor parte de esta agua dulce se puede encontrar en ríos, lagos, arroyos y en el subsuelo como agua subterránea.
Aquí viene el dato curioso: a pesar de que nuestro planeta está cubierto en un 71% por agua, ¡solo el 2,5% de toda esa agua es dulce! Y si eso no es lo suficientemente sorprendente, casi el 70% de esa pequeña cantidad se encuentra congelada en los casquetes polares y en los glaciares. Por lo tanto, la cantidad de agua dulce disponible para nuestro uso es realmente una pequeña fracción del total.
Este es un recordatorio de que el agua dulce es un recurso precioso. Dependemos de ella para beber, cocinar, limpiar, regar nuestros cultivos e incluso generar electricidad a través de la energía hidroeléctrica. Sin embargo, a pesar de su importancia, el agua dulce está bajo amenaza debido a la sobreexplotación y la contaminación.
Así que la próxima vez que abras el grifo y veas ese líquido transparente y refrescante fluyendo, recuerda lo especial que es. El agua dulce es más que una simple bebida; es la vida misma fluyendo a través de nuestras manos. ¡Así que agradezcamos por ella y comprometámonos a proteger este vital recurso!